Catalina, la Reina que Popularizó el Té
Catalina, la Reina que Popularizó el Té
¿Qué tienen en común Portugal, una princesa y el té? Aunque la asociación suene curiosa, lo cierto es que hay un episodio en la historia de esta bebida donde el sistema de alianzas matrimoniales de la nobleza europea jugó un papel crucial.
Hubo una vez una joven portuguesa llamada Catalina de Braganza que descubrió esta infusión milenaria y se vio encantada por ella. Tanto así que, cuando se casó con el rey Carlos II de Inglaterra, no pudo dejar atrás las preciosas hojas de té que consumía todos los días, así que las llevó a su nuevo hogar causando un cambio en el paradigma social inglés que perdura hasta el día de hoy. ¿Quieres saber cómo sucedió esto?
Continúa leyendo para que te enteres de todos los pormenores de esta fascinante historia.
Pero, ¿quién era Catalina?
Catalina Enriqueta de Braganza (originalmente Catarina Henriqueta de Bragança) nació en Vila Viçosa, Portugal, el 25 de noviembre de 1638. Fue hija de João Duque de Braganza y Luisa Maria Francisca de Gusmão y la menor de tres hermanos.
En 1644, su padre asumió el título de rey con el nombre de Juan IV de Portugal. Se desempeñó como reina consorte de Inglaterra, Escocia e Irlanda desde el 21 de mayo de 1662 hasta el 6 de febrero de 1685, gracias a su matrimonio con Carlos II de Inglaterra.
Un matrimonio por conveniencia
La unión conyugal de la princesa fue concertada en 1660, como parte de una campaña de mejoramiento de la posición internacional de Portugal. Como parte del acuerdo con los británicos, el país debió entregar una dote bastante atractiva: 500.000 libras, la soberanía de las ciudades de Tánger y Bombay, y autorización para comerciar directamente con algunas colonias portuguesas. A cambio, la contraparte apoyaría a Portugal en sus enfrentamientos bélicos con los españoles.
El rey de la restauración
Respecto del flamante marido, Carlos II de Inglaterra, es importante señalar que fue el primer rey que tuvo el país tras el período de interrupción de la monarquía conocido como República (1649-1660), por lo que es llamado el “rey de la restauración”. Con él se reanudó la dinastía de los Estuardo, luego de un intenso período de guerras civiles marcadas por la tensión religiosa entre diversas ramas del protestantismo y los católicos.
Debido a la conmoción política que había atravesado la corona en los años previos, el nuevo rey tenía graves problemas financieros, por lo que el matrimonio con la princesa portuguesa le resultó muy conveniente a causa de su dote conyugal.
La relación de la princesa con el té
Catalina de Braganza era una asidua bebedora de té y lo llevó consigo cuando se mudó al Palacio de Whitehall en Londres. No hay claridad respecto de en qué calidad lo transportó: una versión señala que lo empacó entre sus pertenencias privadas cuando dejó Portugal para dirigirse a su nuevo hogar; otra, que era parte de su dote.
De cualquier manera, lo cierto es que su país natal tenía un vínculo directo con China para la importación de este y otros productos, a través de su colonia en Macao establecida alrededor del año 15001. De esta manera, al momento de su llegada al Reino Unido, Catalina ya había desarrollado una afición por esta bebida, consumiéndola regularmente.
¿Cómo era la Inglaterra de ese entonces en relación con el té?
En el momento del establecimiento de Catalina en Inglaterra, el té ya se consumía en el país, pero solamente como bebida medicinal, especialmente para revitalizar el cuerpo. Por lo demás, era bastante caro por lo que su precio resultaba prohibitivo para la mayoría de la sociedad.
La primera reina británica que bebió el té
Pero la reina, acostumbrada a consumirlo cotidianamente, lo puso de moda entre las damas nobles, ávidas de imitar todo lo concerniente a la recién llegada. Y como su valor era alto en ese momento, se asoció entonces con una bebida de lujo, vinculada a las mujeres nobles. En este sentido, la historia del té identifica a Catalina de Braganza como la primera monarca británica en beber esta infusión.
Las tres vías de llegada del té
Según lo que plantea el profesor especialista en estudios del siglo XVIII Markman Ellis en su libro “Empire of Tea: the asian leaf that conquered the world” (El imperio del té: la hoja asiática que conquistó el mundo), el té llegó a la sociedad inglesa por tres caminos: a través de virtuosos, mercaderes y damas de honor. Todos ellos aportaron su propia comprensión de lo que esta infusión era e influyeron la cultura desde sus respectivas visiones.
Tres miradas diferentes
Los virtuosos eran hombres de ciencia, filósofos naturales y médicos, quienes se interesaron en el té desde el punto de vista de la farmacopedia. El segundo grupo comprendía a los comerciantes, quienes vieron en este producto un bien exótico cuya venta podía reportar grandes beneficios. Y el tercer sector corresponde a la élite femenina que rodeaba a la reina, Catalina de Braganza, y que vio en el té un símbolo de refinamiento, así como un elemento socializador.
Los bellos utensilios que rodeaban el té
En relación con esta última situación, es necesario mencionar que no sólo fue el té el que cautivó a las damas nobles, sino la forma en que Catalina lo bebía, es decir, toda la parafernalia que rodeaba su consumo.
Así, la belleza de los utensilios empleados – teteras y tazas de porcelana, especialmente- sumada a la atención a los detalles que implicaba su servicio, proyectó una idea de delicadeza asociada a esta práctica. Esto, sumado al alto valor que tenía en ese tiempo, hizo que beber el té se convirtiera en sinónimo de elegancia.
Con el paso del tiempo, esta nueva costumbre permearía todas las capas de la sociedad británica, gracias al hábito de la imitación.
El primer poema inglés sobre el té
Tan fuerte fue la asociación de Catalina con la bebida, que incluso la nueva reina fue la musa inspiradora del que pareciera ser el primer poema inglés que menciona la palabra “té” (tea)2. El autor fue Edmund Waller (1606-1687), quien se lo dedicó como regalo en su cumpleaños número 253. El escritor expresa con vehemencia las virtudes de Catalina y su bebida favorita:
“… the best of Queens, and best of herbs / we owe to that bold nation, which the way did show / to the fair region where the sun doth rise, / whose rich productions we so justly prize…” (“la mejor de las reinas, y la mejor de las hierbas, debemos a esa audaz nación que nos mostró el camino a la hermosa región donde el sol se levanta, cuyas ricas producciones valoramos con tanta justicia…”).
Una hermosa descripción
Waller termina con una bellísima frase que describe las virtudes de esta infusión: “tea does our fancy aid, repress those vapors which the head invade, and keep the palace of the soul serene” (“el té aviva nuestra imaginación, reprime los vapores que invaden la cabeza y mantiene sereno el palacio del alma”).
Un reinado complejo
A pesar de este relativo éxito como impulsora de una nueva moda, en general el rol de Catalina en la sociedad inglesa fue bastante difícil, debido a varias razones. En primer lugar, tuvo que lidiar con un matrimonio atípico, pues Carlos fue conocido púbicamente por sus constantes infidelidades, muchas de las cuales dieron lugar al nacimiento de hijos ilegítimos (de hecho, reconoció oficialmente a 14 de ellos).
La difícil situación personal de la monarca
Por otra parte, Catalina no pudo darle hijos legítimos, lo que desde el punto de vista de las costumbres de la monarquía era muy complejo pues se trataba del incumplimiento de un deber primordial como reina. Debido a esto, Carlos enfrentó constantes presiones de la corte para divorciarse de ella, pero se rehusó y la mantuvo consigo hasta el final.
Una cuestión de fe
Finalmente, la religión de Catalina también la puso en una situación incómoda, pues era católica, y encontró una férrea oposición entre grupos de nobles protestantes quienes la acusaban de querer implantar el catolicismo en el país.
El legado proveniente de una persona inesperada
Desde este punto de vista, resulta muy curioso que una mujer tan cuestionada desde diversos flancos, haya pasado a la historia como quien introdujo el té entre la nobleza inglesa. Esta situación no deja de resultar curiosa pues podemos ver cómo la influencia de esta bebida se sobrepuso a todas las aprehensiones que la sociedad del país tenía respecto de la reina y sus “faltas” o desventajas.
Los últimos días de Catalina
Finalmente, el 6 de febrero de 1685 Catalina enviudó y se confinó en un convento hasta 1692, año en que regresó a su país natal donde permaneció hasta su muerte en 1705, destacando en la vida política ya que asumió ocasionalmente el puesto de regenta en representación de su hermano el rey Pedro II.
La belleza de la cultura del té como elemento cautivador
Una vez más el té nos sorprende con su fabulosa manera de abrirse camino. Al observar la forma en que se introdujo en la sociedad inglesa queda en evidencia su carácter multifacético, que cautivó a distintos segmentos por un sinnúmero de razones.
Sin embargo, en el caso concreto de Catalina de Braganza, salta a la vista un aspecto frecuentemente relegado a un plano secundario, pero que tal vez es tan relevante como el consumo de té en sí mismo. Se trata de la impronta estética presente en los utensilios empleados para preparar y consumir esta bebida.
Porque el acto de beber té es una sumatoria de intenciones y materialidades que resulta en un momento único de disfrute sensorial. Y es precisamente esa conjunción la que cautivó a la sociedad inglesa y sigue fascinando a tantos amantes del té alrededor del mundo, hasta el día de hoy.
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Muchas gracias.
Nota desarrollada por: Marion Garín
Equipo de Tea Institute Latinoamérica
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